Sobre atractores, singularidades y geometría espacial.
El poder de aquel cuerpo estelar curvaba el espacio en derredor
Doblaba, literalmente, las trayectorias de las miradas que osaban rozarlo.
Su tremenda atracción te atrapaba sin remedio.
Y en su órbita el tiempo se ralentizaba,
llegando incluso a detenerse en el rojo horizonte de sucesos de su boca.
Quizá sea ese el motivo por el que ahora,
desde que se produjo el colapso que apagó su brillo,
desde que su ausencia únicamente ha dejado negro vacío y tiempo roto,
yo siga resbalando, y cayendo cada mañana,
en su lado vacío de la cama.