Cuestión de suerte

El Azar, aquí rebautizado como Cuestión de suerte os propone una fórmula para darle un poco más de vidilla a esas aburridas vidas que la rutina nos impone.

 

 

CUESTIÓN DE SUERTE

Hace años que llegó a la conclusión de que el azar es lo único en la vida que hace que esta merezca la pena ser vivida y desde entonces se rige por estrictas pero aleatorias reglas auto-impuestas. Quizá si no hubiese ganado una fortuna tan joven las cosas serían de otro modo. Serían, como lo son para la inmensa mayoria, necesarios retos de una lucha diaria, pero cuando dispones cada noche de un manjar en tu mesa, un súper deportivo en tu garaje y una modelo en tu cama, el hecho de que la comida sea distinta, el coche de otra marca y la chica nunca sea la de noches anteriores es del todo irrelevante. El problema está en esa previsible exactitud con la que se suceden las cosas. Para él es precisamente esa periodicidad inmutable lo que las hace monótonas y tediosas.

Por eso el azar es ahora la piedra angular de su filosofía de vida y lo usa siempre que puede. Usa el azar incluso para determinar si debería usar el azar. Y lo hace mediante preciosos objetos que lanza o gira como dados y peonzas. Tiene muchos con multitud de caras, todos hechos a medida, de marfil, de titanio, de maderas nobles, con infinitas respuestas y múltiples variaciones de probabilidades estadísticas. Tiene varios para decidir qué va a comer y dónde, a veces le sale la cara ‘ayuno‘ y simplemente no come. Los tiene para tomar importantes decisiones comerciales y para consultar como repartir su tiempo de ocio, incluso dispone de varios para las cuestiones sentimentales. A veces desea ir al teatro o echar un polvo pero no lo hace hasta que el azar se lo permite y entonces, después de esperarlo durante quizás días o semanas, cuando el azar le da permiso lo disfruta como nunca.

¿Morena o pelirroja?, ¿whisky o ginebra?, ¿golf o masaje?, ¿alquiler o compra? Casi todo lo rigen sus dados. A veces gana y a veces pierde y eso es lo que le gusta porque ganar siempre es, en su visión del mundo, mortalmente aburrido.

Para ser verdaderamente consecuente consigo mismo hace tiempo que decidió que también deberían ser los dados los que le diesen permiso para seguir vivo un día más. En aquel momento y tras un riguroso estudio genético y de posibles riesgos asociados a su estilo de vida, estimó que esta podía prolongarla unos ciencuenta y cinco años, o sea algo más de veinte mil días. Si realizaba la consulta cada día debería diseñar un sistema cuya probabilidad estadística fuese cercana a esa cifra.

Desde entonces, cada mañana, con gran ceremonia realiza el mismo ritual: Abre una lujosa caja de seguridad y saca cinco pequeñas peonzas faceteadas y una pistola. Hace girar la primera de cinco caras con los números cero, uno, dos, tres y una carita sonriente (todas las piezas tiene la misma carita sonriente que automáticamente le exonera de continuar con la consulta). Si cuando la pieza detiene su giro el número coincide con el primer dígito del día de la fecha actual hace girar la segunda, esta de once caras numeradas del cero al nueve más la carita. Después el primer dígito del mes, cero, uno y carita. Seguido del segundo dígito y para terminar, el último dígito del año en curso. La posibilidad de que todas ellas coincidan con la fecha de hoy es de una entre diecinueve mil novecientas sesenta y cinco. Remota pero real.

Cuando coinciden los dos dígitos del día, una de entre cincuenta y cinco veces, sale de casa con un hormigueo en las tripas. Si además lo hace el primer dígito del mes, una entre ciento sesenta y cinco, lo toma como un día especial en el que algo inesperado ocurrirá y lo pasa alerta y expectante. Si coinciden día y mes, una probabilidad entre mil ochocientas quince, como hoy precisamente, llama a su secretaria y cancela todos los compromisos, se sirve un buen vaso de un bourbon especial y obscenamente caro y dedica la mañana a revisar sus asuntos pendientes y llamar a sus familiares y amigos. Tras una comida ligera prolonga hasta el anochecer el paseo con su perro mientras reflexiona sobre su vida antes de volver a casa para hacer girar la última peonza.

Bienvenido nanolector !!! ¿que te cuentas hoy?

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