El Bombero

El Bombero, otro relato de la serie Gente Cuántica que sé que os va a gustar.

Como el de muchos otros niños supongo, mi pequeño gran sueño infantil fue ser bombero. ¡Qué estupidez recordar eso en este momento!, pienso mientras subo por la estrecha escalerilla de servicio que se usa como acceso a la azotea del edificio, ignorando las diferentes señales de prohibición y peligro que la acompañan.

Ayudar a las personas, salvar princesas, luchar contra llameantes monstruos derrotando incendios. Conducir esa impresionante mole de hierro rojo arrastrando las morbosas miradas de curiosidad de los viandantes… y dale con el tema recurrenteNo pudo ser y ya está, olvidalo…! ¿es qué acaso no hemos hecho cosas mas emocionantes?, mucho más difíciles en realidad, y hasta más arriesgadas en cierto modo.

Me lo digo en voz alta pero creo que no me lo creo. ¿Por qué, sino, me encuentro aquí?, en precario equilibrio sobre esta cornisa… ¿Por mi mala conciencia al enriquecerme a costa de arruinar a otros? ¿Por que Carla, finalmente, me haya dejado? ¿O quizás por ser asesor financiero en lugar de bombero…? Y, en definitiva, todo eso ¿qué coño importa ahora? Y salto al vacío.

Nada mas hacerlo me doy cuenta del anómalo resplandor de la calle y según voy acelerando en caída libre empiezo a tomar conciencia de llamas en algunos apartamentos, de las luces de colores y las sirenas urgentes, del intenso olor a humo y después, en las plantas inferiores del calor sofocante arañando la piel.

Impacto contra un suelo blando que cede bajo mi peso y me envuelve. ¿Estoy sonañdo? ¿Es ahora cuando despierto?

Me ayudan a bajar, aún aturdido, de la lona hinchable entre dos compañeros. Dos tipos que no he visto en mi vida pero que estoy seguro conocer, recuerdo sus casas, sus jardines y a sus hijos y esposas, las barbacoas y los partidos de fútbol en grupo frente al televisor y las cervezas.

¿Estas bien tío? Dice uno. ¡Qué subidón! ¿eh jefe? Dice el otro. Se han derrumbado la escalera y la fachada sur, la muchacha está bien –Me informan. Gracias a Dios que habéis saltado, de no haberlo hecho no salís con vida de ahí… Por cierto cabrón ya tienes otra admiradora ¿eh…?

¿Qué? No se muy bien que esta pasando… Ella, mi supuesta admiradora imagino, se acerca. Tiene la cara sucia por la mezcla del hollín y las lágrimas. Me envuelve en un largo abrazo mientras me agradece entre sollozos que le haya salvado la vida. Por cierto se llama Carla me ha dicho. Me resulta un nombre muy familiar…

 

Bienvenido nanolector !!! ¿que te cuentas hoy?

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