La Cumbre

La Cumbre. Sí, sí, ya se… me puede mi vena cínica direis, pero…

 

LA CUMBRE

Dignos representantes de más de un centenar de países se han dado cita en una importante ciudad europea. En ella asisten a la enésima Cumbre Mundial para la lucha contra el hambre.

Esta mañana les han agasajado con un desayuno completo excepcional y después de tres horas empleadas en las presentaciones y saludos de rigor de todos los ponentes han hecho una pausa para el almuerzo.

Todos comen en un prestigioso restaurante situado en el mismo edificio donde se celebra la cumbre y galardonado con un par de estrellas Michelín.

Vuelven a la gran sala arropados por el sopor de una provechosa digestión y comienzan sus exposiciones.

Uno a uno se van uniendo al grupo de los indignados por el gran problema del hambre. Se diría que muchos hablan de oidas pero al menos se han molestado en pedir que alguien les redacte unas expresiones de solidaridad que resultan de lo más conmovedoras y sinceras.

Ahora toca la obligatoria pausa para un tentempié, beber algo, hidratarse… ¿Y por qué no? disfrutar de un suculento cátering elaborado por fantásticos cocineros de renombre para la ocasión.

Y de nuevo la vuelta a la inmensa y acogedora sala. Parecen un poco dispersos, como si eso del hambre en el mundo fuese una leyenda urbana más que un problema de verdad pero en fin… ya que hemos venido hasta aquí…

Muchos de los asistentes jamás admitirán que el problema en realidad les parece un poco abstracto. Pero es algo que resulta muy incómodo, e impropio para la imagen de sociedad avanzada y solidaria que les gusta abanderar y por eso todos han votado que hay que tomar medidas. Es estupendo porque al ser una decisión unánime y sin fisuras les permite después, en las habituales ruedas de prensa, lucir pomposas medallas y calificar el evento como de éxito rotundo.

Mas tarde, tras la increíble cena en el lujoso hotel donde se alojan los parlamentarios y animados por el champán y las celebraciones, todos se felicitan por haber firmado un documento en el que manifiestan su consenso y su compromiso. Un documento en el que se dice textualmente y en negrita, para que no haya motivo de duda, que hay que hacer algo por la luchar contra el hambre.

 

… que digo yo… (y esto es únicamente una opinion personal) ¿Qué no podían hacer estos eventos en alguna aldea remota del Tercer Mundo? ¿Compartiendo la mesa (el suelo quiero decir), el agua turbia, y los exquisitos insectos con los nativos? Es únicamente una sugerencia, el resultado sería el mismo pero creo que al menos daría un poco de credibilidad al paripé que estos despojos humanos organizan periódicamente…

 

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