La onda perfecta. Derribando grandes mitos
La onda perfecta
La tarde es calurosa y la tierra seca y polvorienta. Sin sombras donde cobijarse ni arroyos o fuentes con las que hacer más soportable el castigo de un sol inmisericorde. La gran multitud congregada en la explanada esta impaciente e irritable y ello provoca pequeñas peleas y discusiones. Si el espectáculo no da comienzo pronto puede que el evento acabe en tumulto.
Los dos protagonistas de la exhibición charlan amistósamente en el centro, lejos de los oídos del sofocado público.
-Si, bueno… el invento no es mio pero yo lo he mejorado notablemente. He usado piel de antílope curtida con una técnica especial que la hace super resistente. He aumentado el radio a un metro y medio… Ahora es la onda perfecta. ¡Y mira qué muñeca y qué brazo! ¿eh? Entreno de sol a sol todos los días. La hago girar a una velocidad de vértigo y no fallo una… ¡A trescientos cincuenta sale la piedra oye! Ayer mismo maté a una cabra, le entró por aquí, sí por el ojo, le atravesó el cerebro y le salió por…
¡Plof!
-¡Hostias! ¿estás bien?
…..
-¡¡Oye!! ¿Goliat? ¡¡Goliat!! Coño tío, ¡no me hagas esto precisamente hoy joder!