La zorra y el cuervo. Una nueva fábula revisada. Tienes más en la serie Fábulas en el espejo
La zorra y el cuervo
Una templada tarde de otoño hallábase un cuervo degustando un sabroso pedazo de queso de Idiazabal en la rama de un árbol cuando se acercó una zorra atraída por el intenso aroma ahumado del apetitoso manjar.
Eso que comes tiene pinta de estar de muerte, a lo mejor podías darme un poco. Le dijo. El cuervo movió la cabeza horizontalmente en gesto negativo.
Pareces ser un cuervo amable y generoso, se ve por el lustroso plumaje tan brillante que luces. El ave sonreía y sacaba pecho, y negaba con la cabeza. Durante un buen rato más se dejó adular y suguió disfrutando de las lisonjas de la zorra. Seguro que también tienes una voz preciosa y un canto melodioso, no te imaginas cuanto me gustaría escucharlo. El cuervo, pletórico, colocó unos graznidos espantosos en la quietud del bosquecillo y al hacerlo se le cayó el trozo de queso del pico.
Lo sabía, ¿ves? precioso, sublime, decía la zorra mientras olisqueaba el premio y se relamía. Ha sido un placer conocerte le dijo mientras se alejaba paladeando el sabroso ahumado de Idiazabal. El cuervo, completamente satisfecho, aún le dedicó un par de aterradores graznidos.
Después el pájaro se acercó a un discreto agujero en el tronco del árbol, removió un poco y sacó otro suculento bocado, esta vez un trozo de paletilla de ibérico de magnífico y grasoso aspecto. A lo lejos veía acercarse al lobo… con él se haría de rogar un poco más…