Vale, ya se lo que estáis pensando: Mi amigo Windows será otra historia en la que un alma despechada pone a parir a este incomprendido sistema operativo ¿verdad? Pues va a ser que no… De verdad que no es eso… Leedlo si no me creéis…
Mi amigo Windows
Ya se que hay muchos que condenan exaltadamente el caprichoso funcionamiento del sistema operativo Windows, yo también fui uno de ellos, lo reconozco. Pero la objetividad es algo importante para mi y por eso os prometo desde estos párrafos que no volveré a protagonizar ni la más mínima crítica hacia este, ahora lo se, maravilloso software.
Reconozco que cuando antaño me sacaba de mis casillas le gritaba a los cuatro vientos con rabia y con todo lujo de detalles como, acabar con la miserable existencia de uno u otro programador, sería únicamente el preámbulo de mi verdadero desahogo, en el que Billy siempre era el invitado estrella y el colofón de mi retahila de malsonantes apelativos. Ahora se me hace necesario asumir los errores, y rectificar, si ello es posible, contando también las cosas positivas así que empiezo con esta:
Windows me ha salvado la vida. Sí, sí como lo leen, literalmente. Pero no literalmente como ‘trabajo en Microsoft y eso me ha salvado la vida‘ o ‘descubrí mi vocación de programador con Windows 3.11 y eso me salvó la vida‘ o tonterías diversas similares. A mí, Windows, me salvó la vida literalmente. Pero literalmente ¡oye…! como cuando un cirujano salva la de un paciente terminal extirpándole un tumor.
Veréis, llevaba tres años en coma a causa de un fatídico accidente de automóvil. Sin ninguna esperanza por parte de la comunidad medica… pero un día, tras la última actualización automática de Windows 10 ( aún se analiza en que consistió exactamente dicha actualización y que ficheros formaron parte de la descarga ) el equipo de mantenimiento vital al que estaba conectado se reinició, dio un pantallazo azul, hubo una cuenta atrás, se volvió a reiniciar y, me gusta decir que, nos despertamos a la vez… mi nuevo amigo y yo…
Ahora un ejercito de informáticos analizan una y otra vez la secuencia de inicio debugeando el código fuente instrucción por instrucción. Aún no comprenden como o por qué motivo Windows provocó la caprichosa serie de activaciones y desactivaciones, aparentemente aleatoria, de los complejos sistemas que, para mantener la vida en mi cuerpo bombeaban oxígeno, inyectaban alimentos y fármacos, estimulaban mis músculos y monitorizaban mis constantes corporales y cerebrales para que, tras la aparentemente fortuita, y desde luego precisa y rápida secuencia de encendidos y apagados de todos esos automatismos, yo, milagrosamente, me haya despertado…