En la pantalla se ve un gran pabellón casi diáfano. Dos operarios colocan unos paneles verticales para craquelar el espacio en celdillas y los atornillan entre sí y a otras estructuras metálicas. El realizador inserta un primer plano de una mano girando una tuerca o un tornillo Allen con un pequeña llave de carraca. En el siguiente plano corto se aprecia con detalle un brazo y un hombro haciendo ejercicio sobre otra llave, esta vez es inglesa.
La voz en off narra la batalla que se libra contra un macabro reloj mientras un trabajador suda al ritmo del vaivén de su herramienta.
Quizá la subcontrata de la subcontrata de la subcontrata no disponga de presupuesto necesario para un atornillador eléctrico o quizá el presupuesto inicial del proyecto se haya destinado a otros fines ajenos a la construcción.
Luego viene la secuencia Time Lapse como prueba absurda de que el ritmo de trabajo es frenético.
En la zona izquierda de la pantalla unos pocos paneles verticales sufren espasmos mientras que en area central la pequeña carretilla que los acarrea puede presumir de aceleracion y frenada sin peligro. Ya quisiera yo ese tráfico cuando conduzco, el área es todo suya y va y viene sus anchas. Un panelcito, dos panelcitos, tres panelcitos… ¡Por dios! creo que me duermo.
Hombres y más hombres o quizá mujeres (no se distingue) con cascos blancos de gente importante y chalecos de accidente de automóvil entran y salen del plano, se paran, observan, señanan, charlan, proyectan…
Uno, otro, en grupitos…
¡Oye! ¿Y tu qué tal? Pues bien, con este proyecto termino de pagar el coche ¿y tu? ¡oh! genial levanto la hipoteca del chalet solo con los pluses por las prisas.
Hay más hombres (o quizá mujeres) vestidos de fosforito observando señalando y charlando que craqueladores del espacio trabajando. En amplia mayoría duplican, triplican a los obreros que colocan los paneles. A los que no saben proyectar. A los que atosigan con la premura y amenazan con penalizaciones por retrasos. ¡Qué pais!
Es inevitable acordarse de aquel equipo de remo español que año tras año se enfrentaba a la desgracia de competir contra los japoneses.
La voz en off se vuelca por retransmitir una urgencia, una dedicación y un esfuerzo que las imágenes no muestran. No sé si el informativo es de Telecinco, de Antenatres o de los Simpsons. ¿Acaso pueden diferenciarse entre ellos?
Totalmente alucinado pienso que a lo mejor son imágenes de archivo, quizá el realizador se ha liado con los videos y ha puesto uno que no se corresponde con el audio del aspirante a actor dramático. O puede que sea un error en la edición y montaje o… ¿Acaso pensarán que soy gilipollas? ¿Debería quizá sentirme insultado por el cronista que la narra la noticia, por la presentadora que la presenta, por el director del informativo que permite todo el circo o mejor por todo el personal del puto canal televisivo?
La voz en off sigue a lo suyo: alabando la presteza con la que Madrid prepara su primer hospital de campaña.
Es imposible no sentir vergueza ajena…