Que no os asuste el título, Solapamiento Cuántico no es una historia de física aplicada aunque os adelanto que no os resultará fácil entenderla. Debereis insistir. En la simetría está la clave. ¿Rebuscada? Sí. ¿Ficción? ¡Claro! ¿Real como la vida misma? Pues también.
Simetrías de la vida.
Prólogo
Dicen que el amor de verdad puede ser una manifestación sobre la materia del llamado solapamiento cuántico neuronal, Neuronal Quantum Overlap. Dicho solapamiento se produce entre dos ondas cerebrales de frecuencias exactas (de ahí su rareza) que se superponen con fases sincronizadas y por ello su suman, se amplifican en lugar de cancelarse mutuamente. Las ondas cerebrales, como cualquier otra onda, se debilitan en el espacio de manera proporcional al cuadrado de la distancia.
I
INVIERNO
EL: Para él, que es un completo ignorante en temas de ciencia y corazones, resulta imposible de explicar que después de ocho años de aburrido matrimonio, se haya enamorado otra vez de su mujer.
Y sin embargo así ha sido. ¡Quién se lo iba a decir a él! que antes demoraba la llegada a su domicilio con una cervecita tras el trabajo y que en cambio ahora elabora creativas excusas para arañarle un cuarto de hora al permiso penitenciario de su condena laboral y así llegar antes a su casa.
Y es hacerlo, es entrar en el portal del edificio, saludar a su vecino, subir hasta el cuarto piso, abrir la puerta y abrazar a su mujer y experimentar una sensación de cálida felicidad.
ELLA: Para ella, que huía de un doloroso desengaño, resulta igual de imposible comprender si ha sido un acto de despecho o una necesidad biológica lo que la ha llevado a aceptar, después de una sola noche, la proposicion de un desconocido para, incomprensiblemente y contra su voluntad, acabar enamorandose de nuevo. Pero así ha sido y ahora vive en el piso de su nuevo novio y cada tarde le espera con ardiente deseo.
II
ELLA: Ella no se explica que la pequeña chispita de su matrimonio, triste residuo de torridos amaneceres, haya iniciado a estas alturas, tan descontrolado incendio.
EL: Él no comprende como semejante pivón ha aceptado mudarse a su piso tan solo una semana después de haberse conocido y cada tarde únicamente piensa en salir del curro para regresar a casa, entrar en el portal, saludar al vecino, subir hasta el tercero y echarle un buen polvo a esa tía increible que le espera con una sonrisa.
III
VERANO
EL: Él no entiende, con lo bien que han estado ambos los últimos meses, como ha sido salir de vacaciones, planeadas además como una segunda luna de miel y fastidiarse todo.
En tres semanas han vuelto a ser el matrimonio de antes, el matrimonio del antes malo. El del antes posterior al antes inicial, al antes primero y maravilloso.
Ahora necesita tomar no una sino dos o más cervezas para poder atrastrar hasta su casa un cuerpo ajeno y reacio y entrar malhumorado en el portar, gruñir al vecino, subir hasta el cuarto, suspirar, abrir la puerta…
ELLA: Ella dejó el piso y ahora comparte una vivienda con otras chicas únicamente, porque ya van dos seguidos y toca un periodo de reflexión.
IV
ELLA: Ella tampoco entiende el repentino giro de sentimientos acaecido entre palmeras y daikiris, entre tranquilidad y sol. Una y otra vez repasa sombría, hora por hora, estas nefastas semanas, en busca de porqués, mientras se aclimata de nuevo a su vieja rutina y recuerda perpleja el cruel espejismo de los últimos meses.
EL: Él está dolido, triste, roto. Está jodido de verdad pero no le queda mas remedio que seguir currando y despues olvidar su jornada con alcohol y vagar hasta su casa. Su casa sin ella. Y entrar en el portar y asentir ante el gruñido del vecino, y subir al tercero y frotarse inconscientemente las manos como si hiciese un frío polar.
Jamás entenderá como, la repentina desbandada de perdices de su inesperado cuento de hadas, ha desbaratado en dos horribles semanas, tantos y tantos sueños cuando ella, así sin más, le dijo que se había dado cuenta de que ya no le quería y que por eso se alejaba de su lado.
Epílogo
FLASHBACK
¡Qué situación más curiosa la del otro día!
De vuelta de unas penosas vacaciones, mientras Él descargaba los bultos del maletero de su coche sintió un pinchazo en el pecho que le hizo levantar la vista y seguirla con la mirada.
Era Ella, la vecina de abajo, la joven del tercero, quien pasó a su lado como una exalación con una pequeña maleta en cada mano. Al llegar a su altura frenó el tempestuoso ritmo que la impulsaba y se detuvo brevemente pero sin llegar a volverse.
Ella, desde el portal y aun con su bolso de viaje en la mano, observaba a los vecinos de abajo (la parejita del tercero) y a su marido con infinita tristeza, aunque sin comprender lo que sucedía, mientras pensaba que debería hacer lo mismo que la chica en fuga y El, que ya se había rendido tras seguirla de cerca un buen trecho balbuceando promesas estériles para tratar de retenerla, regresaba ausente agachándose aquí y allá para recoger los pedacitos de su corazón que aún podía encontrar.