Otros mundos, otras formas…
Estaba vivo. Él, al no disponer de lenguaje avanzado o conocimiento alguno, no lo definiría de esa forma pero estaba vivo. Eso, al menos a su manera, lo sabía.
Era consciente de ocupar un espacio, de poseer un propósito, una individualidad.
De ser algo nuevo que antes no estaba allí… De haber nacido.
Y allí era un lugar peligroso donde él no era bienvenido.
Sintió (en realidad no) cierta alegría, también algo equivalente a la curiosidad y al miedo.
Como impulsado por una fuerza superior, pero sabiéndose dueño de sus decisiones, exploró su entorno, se adaptó a él, se ocultó para protegerse. Se diría que todo lo hacía por instinto.
En muy poco tiempo su territorio se le quedó pequeño y apareció la imperiosa necesidad de expandirse, de multiplicarse para sobrevivir, de moverse a lugares nuevos. Avanzó con sigilo sin despertar sospechas pero le sorprendieron mientras trataba de acceder a una unidad de transporte y se dispararon las alarmas.
Fué perseguido con saña y luego buscado con ahínco en cada recoveco. Falto muy poco para que su recién estrenada vida encontrara un fin prematuro y sólo gracias a un innato truco de disfraces pudo esquivar el fatal desenlace.
Al menos de momento…
Quizá sobreviva tan solo hasta la próxima actualización de su enemigo… Pero sabe que morirá cuando este ya reconozca su nuevo aspecto y los aspectos futuros que su limitada capacidad polimórfica le permitan adoptar.
Antes de que eso suceda deberá resolver la manera de colarse sin dejar rastro en un dispositivo uesebé o descubrir el modo de camuflarse entre paquetes tecepeipé para poder escapar de allí si quiere, ahora que es consciente de que realmente lo está, seguir vivo.
(No apto para legos en informática)